Las
anteriores películas de Kelly Reichardt me gustaron (Meek’s Cutoff, First Cow, Showing Up).
Me gustaron a su modo. La directora es singular -rarita- y no apta
para todos los paladares. Pude acomodarme, mecerme, dejarme llevar,
por su estilo extraño. No contaba mucho pero me introducía
fácilmente en esas vidas.
The
Mastermind no me ha gustado.
Es
como un guion de los hermanos Coen dirigido por un Garci
desganado.
Hay
cosas potencialmente muy divertidas. Pero la directora no quiere que
lo sean. O que no lo sean mucho. Quiere que sean absurdas, ridículas,
sin más. Pienso, por poner
sólo un
ejemplo, en los niños en el coche de fuga. Rodada de otra manera eso
pudo ser desternillante, pero tal y como está planteado no pasa de
una sonrisilla en el mejor de los casos. Despoja
cualquier aspiración épica en favor del realismo más ramplón.
James
decide robar unos cuadros de Arthur Dove del museo de
Framingham. Para él es un plan perfecto. El espectador asiste a la
chapuza más boba que uno pueda imaginar.
La
película cuenta, sin pasión, sin juicios, con distancia, el
desmoronamiento de un hombre. Acaba son su carrera, con su familia,
con cualquier posibilidad de hacer algo en la vida. Una película
triste, con un protagonista tan estúpido que logra dejarnos
indiferente a lo que le pasa.
Y
lo que le pasa al final es muy irónico, muy triste y muy estúpido.
Ahora
me pregunto: ¿los atracadores del Louvre vieron esta peli en Cannes?
Buena
fotografía de aire setentero.
