Tras
su triunfo contra el demonio peregrino a Miércoles le ocurre lo peor
que se podía imaginar: se ha vuelto popular.
Capítulo
1. Ejemplar. Así se sientan las bases de una serie: lágrimas
negras, la tía Ofelia, el corazón delator, una
acosadora, intentos de asesinato, nuevo director (¡Steve
Buscemi!),
recaudación de fondos… Cuervos. Mucha información pero adecuada.
Nada de estirar trama. Todo importa. Y se añadirán el zombi, el
Hyde, la paciente 1938, el tío Fétido,
fantasmas del pasado…
Es
Tim
Burton
y la estética es lo que más peso tiene pero me asombra que el guion
tenga tal cantidad de tramas dispersas y logren manejarlas.
Aclaremos:
no es un guion convencional. No es la plantilla. Burton
demuestra que es un genio porque aterriza en los clichés de lleno
para desbaratarlos. Unas veces lo hace con la propia estética, otras
con un giro inesperado, otras con un golpe de humor meta porque esto
es cine y puede hacer lo que quiera. Podemos decir que nos recuerda a
Harry
Potter
o los X-Men.
Pero no los copia. Te muestra qué diferentes habrían sido esas
sagas si Burton
las hubiera dirigido. Qué poco convencionales. Y tal vez poco
comerciales.
Insisto
en la estética. Qué pasada. Ese flashback
hacia una stop-motion
estilo Frankenweenie
demuestra una imaginación con un estilo inconfundible. O el
vestuario oscuro y crudo de los estudiantes en un luminoso prado de
yerba amarilla. La
puesta en escena es extraordinaria en todos los niveles.
La
forma tan directa y cabal de merchandising:
la cubierta del cómic, la muñeca de Miércoles…
El
humor, lo macabro, los símbolos… Brillante. Toda la familia Addams
crece en protagonismo.
Sé
por qué no gusta a los que no les gusta: no es convencional. A mí
me gusta por eso. Otro ángulo: no me gustó el campamento Jericho
con los normis.
Lo sentí forzado. Pero incluso así es una extravagancia muy propia
de la mente de Burton
que ningún otro habría planteado. Quiero decir que, incluso cuando
no me gusta, Burton
es insobornable, tiene claro qué quiere hacer y en su centrifugadora
se mezcla el humor, el drama, los sentimientos, lo ridículo y el
mensaje de fondo. Los raritos somos todos y
el
rarito que llevamos en lo más profundo es nuestro verdadero yo.
Y
hay muchas más cosas: la lucha de Miércoles para evitar
estar
en un pedestal, la chica
invisible,
los conflictos de familia (los Addams y los Galpin, tan parecidos y
tan distintos), en qué fundamentamos la amistad, el hecho de que
Miércoles ríe cuando está con su abuela.
¿Otro
alumno marginado además del ya conocido Poe?
Bruce
Springsteen.
¡Y
el secreto de Cosa! Aprovechando para hacer una referencia a Sweeney Todd
y su brazo completo con la navaja.
Qué
bien esa secuencia de intercambio de cuerpos que permite a ambas
actrices expresarse en el polo opuesto.
Finalmente:
todos aquellos que hicieron una crítica de la primera parte y la
segunda parte se equivocaron. Sería oportunismo, sería por estar
ahí, necesidad de presencia porque lo hacen todos. La temporada
tiene sentido con sus 8 capítulos (lógicamente). Que Netflix la
estrenara a cachos es un error y por eso es un error el análisis
fragmentado.
-Estoy
muy cómoda con los silencios incómodos.

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