Debido
al exagerado entusiasmo y a las flexibles interpretaciones de las
normas de las que hizo gala en temporadas pasadas, Kasia es
temporalmente degradada a patrullar. Parece que está aprendiendo la
lección pero enseguida encuentra el modo de salirse de los márgenes.
Está muriendo gente por sobredosis de fentanilo y Kasia es de las
que no deja las cosas para mañana.
No
me gustó la temporada 2 porque fue un cúmulo de coincidencias y
absurdos. Esta temporada corrige en buena parte los errores… hasta
el capítulo 5. Ahí las cosas ya patinan y ocurren por pura
conveniencia: secuestrar a Kasia en vez de matarla, dejarla en un
lugar muy a propósito para que se libere, la otra niña… Ahí
falló.
Pero
lo cierto es que, en ese momento, la investigación se ha
desarrollado con solvencia y ya estamos en la línea de llegada. Esta
vez la resolución no es arbitraria, sólo se buscan las carambolas
para hacer un final más espectacular.
Creo
que la serie está lejos de sus inicios pero al menos han sorteado
los problemas que tuvieron en la segunda temporada. Todas
esas decisiones estúpidas, siempre incorrectas, no están presentes
ahora. Se agradece.
El
estilo, su fotografía, sigue siendo fría, azul, triste. Y siguen
gastando en producción lo necesario. No pretendo ofender a nadie,
pero uno mira las series españolas (RTVE, Movistar) y lo compara con
esta serie e, independientemente de gustos, la calidad técnica de la
polaca gana por goleada.
Me
vale. Remontó el bache. Veremos qué sorpresas trae la cuarta, si la
hay.

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