Una
princesa en una habitación rosa.
Me
gusta muchísimo esa estructura temporal en tres momentos. Años 80, años 90,
2015. Deja ver las consecuencias. Interrogas con dureza a un adolescente en los
80 y en los 90 ves las consecuencias de tus actos. Responsabilidad. Matas a un
hombre, ciertamente en defensa propia, pero 10 años después te encuentras con
sus hijos. Y tiempo después tienes Alzheimer y olvidas y quisieras recordar.
Para hacer las paces, para seguir con la culpa, para conocer la verdad.
Además,
esa alternancia entre las tres líneas de tiempo, le sirve para encubrir su
mayor defecto: la escasez de argumento. Poco argumento policial y poco
argumento en la relación entre los polis.
El
caso de los niños Purcell. Una solución en los 80, una nueva revisión en los 90
y una serie true crime para
televisión, que parece estar tras la pista verdadera, en 2015. Así, de paso,
hace un juego meta-cinematográfico.
Mahershala Ali y Stephen Dorf son
los polis en las tres etapas. Desde que son jóvenes hasta que son ancianos.
Unas interpretaciones magníficas. Me encantó esa escena, en el porche, los dos
ya muy acabados, lamiéndose las heridas.
Esa
parte es la que más me gusta. Ancianos, jubilados, luchando contra la
desmemoria, el alcohol y su propio pasado, tratando de solucionar el caso que consumió
35 años de sus vidas.
De
modo que, cuando Wayne al fin encuentra la verdad, no puede verla. Y no pasa
nada. Mejor así.
Majo
el detalle del 3x07 que enlaza con la primera temporada de True Detective.