4/11/25

Mi querida ladrona

-Tanta bondad me hace llorar.
Ése es precisamente el principal problema de la película.
Robert Guédiguian dirigiendo con Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin interpretando han hecho juntos unas 20 películas. Que en realidad son la misma.
Los tres comparten ese idealismo marxista que se lleva muy mal con la lucha de clases. Sí: es raro. Pero a ellos les sirve. Personajes con dificultades económicas, en situaciones precarias, que salen adelante gracias a la solidaridad universal de otra gente buena. Ah. Qué bonito es el marxismo.
Y qué anticuado se ha quedado.
Maria atiende las necesidades de varios ancianos. Sigue una rutina para organizarse y cumple su trabajo con verdadero cariño hacia aquellos a los que cuida. Y también se lleva de vez en cuando 10 euros por aquí y otro poco más por allá. Hasta que una concatenación de circunstancias deja al descubierto su negocio paralelo.
Su primera mitad es asequible. Dulce, amable, pero con un fondo de verdadero drama, la exposición al desamparo de unos y otros. El descubrimiento de los pequeños latrocinios comporta un salto al melodrama que no encaja mucho. Aparece una trama de adulterio a la que puedes encontrarle lógica pero que inevitablemente resulta forzada en su inicio, desarrollo y abrupto final. Ocupa demasiado metraje sin ser la razón de la trama principal.
En cualquier caso me parece poco serio toda esa bondad que hace llorar. Los intérpretes, eso sí, han trabajado tantas veces juntos que su química es brutal.
Bien. Amable y eso. Pero demasiado ternurismo y buen rollo. Creo yo. Igual el nuevo marxismo buenista va por ahí. Pero me da que el mundo no funciona así.
Muy lejos de la excepcional Las nieves del Kilimanjaro.

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