En
1958 Hitchcock había decidido cambiar el thriller
psicológico para siempre rodando Vértigo. En 1960
decidió cambiar el cine de terror con Psicosis. ¿Y
entre medias? Entre medias decidió cambiar el cine de espías. 1959:
Con la muerte en los talones.
Pienso
que esos tres años fueron la cima de Hitchcock.
Tres años de inspiración máxima en los que convertía en magia
cualquier género que tocaba.
Con
la muerte en los talones influye en las pelis de espías como
La diligencia en las del Oeste. Es casi imposible
escaparse a sus esquemas, reglas y conceptos.
Todas
las pelis de James Bond son deudoras directas. Y Cypher
y The Tourist y El secreto de Anthony Zimmer.
Y hasta Sospechosos habituales. Incluso Zootrópolis.
Cary
Grant daba vida a un ejecutivo de publicidad (el Don Draper de
Jon Hamm en Mad Men también es deudor de Roger
Thornhill). Por un absurdo, porque el guion lo quiere, por azar, sin
más capricho que el cinematográfico, lo confunden con el espía
George Kaplan. Y un montón de gente quiere matarlo.
Así
que Cary Grant emprende la fuga y en su huida va generando
escenas inmortales que serán imitadas, plagiadas y homenajeadas. La
ONU, la subasta, el tren, el campo de maíz, el monte Rushmore… Y
la chica. Una Eve Marie Saint, un huracán de modales calmados
que irrumpía misteriosamente.
Y
había mucho humor, réplicas divertidas, aventuras…
Diríamos
que es una película entretenidísima y entonces alguno pensaría que
es un producto de usar y tirar. Pero es también una obra maestra
cinematográfica, cine por el cine, apoyado en la planificación, el
montaje y los elementos técnicos.
Y
el planteamiento ridículo del principio nos da igual porque lo que
interesa es que todo se ponga en marcha.

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