20/11/25

Con la muerte en los talones

-En el mundo de la publicidad no existe la mentira, si acaso se llama exageración.
En 1958 Hitchcock había decidido cambiar el thriller psicológico para siempre rodando Vértigo. En 1960 decidió cambiar el cine de terror con Psicosis. ¿Y entre medias? Entre medias decidió cambiar el cine de espías. 1959: Con la muerte en los talones.
Pienso que esos tres años fueron la cima de Hitchcock. Tres años de inspiración máxima en los que convertía en magia cualquier género que tocaba.
Con la muerte en los talones influye en las pelis de espías como La diligencia en las del Oeste. Es casi imposible escaparse a sus esquemas, reglas y conceptos.
Todas las pelis de James Bond son deudoras directas. Y Cypher y The Tourist y El secreto de Anthony Zimmer. Y hasta Sospechosos habituales. Incluso Zootrópolis.
Cary Grant daba vida a un ejecutivo de publicidad (el Don Draper de Jon Hamm en Mad Men también es deudor de Roger Thornhill). Por un absurdo, porque el guion lo quiere, por azar, sin más capricho que el cinematográfico, lo confunden con el espía George Kaplan. Y un montón de gente quiere matarlo.
Así que Cary Grant emprende la fuga y en su huida va generando escenas inmortales que serán imitadas, plagiadas y homenajeadas. La ONU, la subasta, el tren, el campo de maíz, el monte Rushmore… Y la chica. Una Eve Marie Saint, un huracán de modales calmados que irrumpía misteriosamente.
Y había mucho humor, réplicas divertidas, aventuras…
Diríamos que es una película entretenidísima y entonces alguno pensaría que es un producto de usar y tirar. Pero es también una obra maestra cinematográfica, cine por el cine, apoyado en la planificación, el montaje y los elementos técnicos.
Y el planteamiento ridículo del principio nos da igual porque lo que interesa es que todo se ponga en marcha.

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