Luces
en el agua. Aparece gente del pasado. Mesolítico, siglo XI y siglo XIX. Unos
13.000 cada año. Los que vienen del XIX se adaptan más o menos bien. Los del
Mesolítico dejan cabras por los ascensores, hay runas pintadas por las paredes,
se vuelve a poner de moda comer gachas e hidromiel, hay neo-luditas,
tecno-escépticos, gente que sigue adorando a Odín…
Alfhildr
Enginnsdottir es una vikinga que ha logrado integrarse y se convierte en la
primera policía multitemporal. Le gusta la ropa de cuero y Bruce Springsteen.
Es asignada al inspector Lars Haaland, que investiga un asesinato extraño. Una
periodista de 1870 está tocando las narices.
Una
locura. El primer capítulo me deslumbró. Luego, pasado el efecto sorpresa, no
me pareció tan buena, pero tiene unos golpes geniales. Detalles como el tío
flipado del XIX, encantado de haber estado con Lord Byron y Justin
Bieber… En fin.
Su
punto débil: hay demasiadas cosas, demasiados temas, imposibles de abarcar con
coherencia en sólo 6 capítulos. En su afán por crear contexto, lo secundario se
come a veces a lo principal. Por otra parte es excesivamente dramática en
ocasiones para una comedia tan ligera, demasiado burda y tosca en comparación con
otros momentos ingeniosos y sutiles. Todos esos contrastes dañan el guión.
La
trama policiaca está bien llevada.
En
el último capítulo quedan tres caminos abiertos: la trama de la conspiración
gubernamental, el giro final sobre Alfhildr y el otro giro del epílogo sobre cierto
vikingo importante. Esto da idea de lo disperso de la trama.
En
cualquier caso me reí en muchas ocasiones y me sorprendió en muchas otras. Pero
tienen que poner puertas al campo.