Pues
sí que se han dado prisa en hacer una segunda temporada. Y no habría pasado
nada por tardar un poco más, por pulir un poco mejor el guión.
Sigue
siendo entretenida y su nivel de producción bastante bueno. Sigo pensando, como
en la primera temporada, que su imaginación no es excesiva. En mi opinión
deberían hacer una tormenta de ideas entre niños de 8 años para que soltaran
todas las locuras posibles que se pueden hacer con dinosaurios. Los guionistas
parecen muy preocupados por mantener la historia atada a la lógica y, señores,
que estamos hablando de dinosaurios, ¿a qué viene tanta moderación?
Volvemos
a situaciones que se están volviendo repetitivas. Un capítulo como el de la
calle principal con el Tiranosaurio Rex, que debió ser de altísimo nivel, se
volvió aburrido por la escasez de ideas.
En
cualquier caso son 8 capítulos, de 20 minutos cada uno, y se digieren bien. Fue
oportuna la introducción de los cazadores furtivos y debió desarrollarse mejor
la reaparición de Ben. Sí me gusta el tramo final, con esa persecución en
distintos tipos de vehículos. Y me gusta el cierre pero creo que han pasado por
alto un detalle: que la señal de alarma sí que ha sido recibida, que alguien sí
está en camino.
-La
distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una obstinada ilusión
persistente.
Una
droga llamada synchronic deja
cadáveres y efectos muy extraños. Dos enfermeros están desconcertados por lo
que ven.
A
Christopher Nolan le habría gustado tener esta idea. Nolan
también le habría metido una doble o triple capa de giros y habría costado 200
millones más. Es verdad que, probablemente, habría sido mejor.
Su
presentación es muy buena. Desconcertante, extraña, alucinógena, repleta de
escenarios y situaciones inquietantes. A medida que avanza se vuelve más
sencilla y convencional. Las cuestiones espacio-temporales no son nada
complicadas y tampoco tienen por qué serlo. La construcción de la atmósfera es
su mejor baza. Nueva Orleans un estupendo escenario para esa envoltura.
Los
directores tienen un estilo muy personal, a medio camino entre el realismo y el
surrealismo. Los diálogos tratan de ponernos los pies en el suelo, la ambientación intenta perturbarnos. Los protagonistas pasean por el lado casi onírico con soltura,
como si ya lo hubiesen visto todo. Y eso causa aún más extrañeza en el
espectador.
Me
gusta el proceso por el que Anthony Mackie va descubriendo las reglas de
esos saltos temporales. También parece que el pasado siempre fue hostil.
Aventurilla
espacial de serie B rodada con cierto oficio.
No
voy a explicar en qué consiste. La película lo hace al inicio contando
atropelladamente una trama que habría dado para otra película. Hay alienígenas
malos y otros buenos y mutaciones diversas que hacen que los buenos se vuelvan
malos. El cómo y el porqué tendrás que verlo. O no.
Hay
una trama de peso que se desarrolla en el espacio, en otro planeta, y hay una
pequeña trama que acontece en la Tierra.
La
historia es simple pero la forma de contarlo un tanto caótica. Hay giros y
giros a los giros, gente que traiciona y otros que traicionan contra su
voluntad. Y a veces sin ninguna razón. Y en esas vueltas y revueltas se va casi
todo el metraje, resultando un poco pesada en larguísimas peleas innecesarias.
Con
todo tiene su interés. Quiero decir que su idea de arranque me parece hasta
cierto punto original y es una pena que la conviertan en un festival de tiros.
Creo que con un poco de cabeza podría haber surgido un universo o, al menos,
una pequeña saga.
La
peli sabe lo que es y por eso te ponen tomas falsas durante los títulos de
crédito, para que veas lo bien que se lo han pasado rodando esta cosita.
No
me extraña que esta película haya despertado polémica en Estados Unidos. Lo de
los tiroteos en institutos es tema muy sensible. Y además la primera escena nos
presenta a la heroína matando un ciervo.
Las
pegas que yo pueda ponerle no vienen por ahí. Vienen sólo del cine en sí. La
película pretende ser La jungla de
cristal en versión psicópatas de instituto, pero se le olvida algo
importante: el humor. Porque su error es ir en serio. No puedes mezclar La jungla de cristal y Bowling for Columbine y salir bien
parado en ambos campos.
Cuatro
descerebrados entran al instituto en busca de sus 15 minutos de gloria: matar a
mucha gente para salir en la tele. Y Zoe, que anda en los aseos en ese momento,
decide que tiene que hacer algo.
El
metraje se va a la hora cincuenta. Demasiado para lo que tiene que contar. Las
charlas del psicópata llegan a aburrir bastante, las situaciones repetitivas se
hacen cansinas. Avanza a trompicones aunque, cuando lo hace animosa, opta por
soluciones bastante correctas.
En
películas de este estilo las opiniones se polarizan. No hay por qué. Un término
medio está bien. Se deja ver, tiene múltiples fallos pero también sus cosas
buenas.
1.
Sí veré la próxima de Sorkin con Nicole Kidman y Javier Bardem
porque trata sobre I Love Lucy.
Cuenta una semana del rodaje de un capítulo de la mítica serie. Lucille Ball
tenía un ingenio y agudeza superior al de Sorkin, así que a ver cómo se
maneja. Título: Being the Ricardos.
2.
Tyler Rake debió dar realmente
muy buenos resultados porque, pese a las dificultades del coronavirus,
se quiere realizar Tyler Rake 2
este mismo año.
3.
Ya salieron las nominaciones a los Goya. En la categoría de mejor película me
parece que hay demasiado sentimiento, drama blando, rollo abrazable. Excepto Ane, que se sale un poco (un poco) de esos
esquemas, las demás se dirigen al mismo tipo de público. Como si las hubiesen
votado un mismo tipo de gente. O una única persona con gustos muy concretos.
Es
una de esas series noruegas que enseguida envidias porque te preguntas la razón
de que ellos puedan hacerlo y nosotros no. Si esta serie se hubiese realizado
en España los personajes habrían sido clichés, la trama amorosa del campamento
se habría llevado un tercio de la trama, se habrían repetido situaciones a
carretadas, se habrían obsesionado con la representación y con moralinas
progres. En Noruega ya están de vuelta de todo, así que no necesitan forzar
nada.
Y
se centran en la historia, en contarnos algo con verosimilitud, buena
construcción de personajes y conflictos dramáticos bien desarrollados.
Comenzamos viendo al grupo de las Fuerzas Especiales noruegas en Afganistán y
desde ahí evolucionará hacia la política, lo personal, el espionaje, los
premios Nobel.
Me
parece magistral cómo presenta la cuestión de que detrás de asuntos
desinteresados siempre hay intereses. No juzga. La vida es así. No es
reduccionista, no es maniquea. Las cosas son como son, los soldados matan, los
políticos hacen lo que pueden teniendo en cuenta que no tienen preparación en
nada, todo el mundo quiere triunfar de algún modo aun siendo por motivos
supuestamente nobles.
En
el centro está el matrimonio Riiser: Johanne es secretaria del ministro de
Exteriores y Erling pertenece a las Fuerzas Especiales. Un acontecimiento
manipulado hará que ambos tengan que cruzar sus caminos profesionales.
Muy
difícil ponerle alguna pega más allá de gustos personales (la cámara al hombro).
Tal vez alguna pequeña casualidad y un detalle sin aclarar, pero es una serie casi
impecable con un equilibrio extraordinario de todos sus elementos.
Hasta
los títulos de crédito son una maravilla. Y además nos deleitan con ese deporte, esa especie de rugby con
caballos donde el balón es una cabra muerta.
Dicen
en el pueblo que Luke mató a su esposa, a su bebé y luego se suicidó. Un viejo
amigo de Luke, ahora agente del FBI, regresa al pueblo para el funeral. Otra
muerte, la de una amiga ahogada cuando eran jóvenes, planea en sus recuerdos.
La
trama en sí es similar a otras muchas historias policiacas. Pero está muy bien
contada. Con calma, algunos dirán que lenta, pero es su ritmo adecuado. Eric
Bana regresa a su pueblo, a sus antiguas amistades, a sus antiguas
enemistades. Personajes bien construidos, sin clichés.
Los
flashback proceden de su memoria,
cuando aún había alegría y esperanza. Hasta el momento luctuoso de la muerte de
Ellie que lo cambió todo y para siempre. Ya nunca habrá alegría ni entre los
amigos ni en el pueblo. Y ahora, durante la sequía, es peor aún. La fotografía
y el paisaje se entrelazan muy bien con el ánimo común de los ciudadanos. El
sol no es un sol que alegra, es el sol que quema.
Como
digo no es muy llamativa en planteamientos, pero el director tiene muy claro lo
que quiere: planificación, montaje, estructura… Muy satisfactoria. Una buena
película policiaca que no necesita de tiroteos ni alardes para mantener la
intriga y el suspense. El final, el segundo caso, me parece resuelto por los pelos, pero creo que no es importante el modo de llegar a ello sino lo que significa.