26/11/22

Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion

-Ser recordado para siempre en la misma frase que la Monna Lisa.
Un ricachón organiza un juego de fin de semana. Se simula su asesinato y hay que averiguar quién es el asesino. Al juego invita a sus mejores amigos, gente que moldea la sociedad: los disruptores. O, según otros, los comemierdas.
Rian Johnson vuelve a demostrar su habilidad para jugar con el espectador, para sorprendernos con sus giros de diversos tipos: inesperados por el momento, argumentales, de montaje… Resolvamos un crimen antes del crimen, hagamos que el crimen falso sea crimen verdadero, que los muertos jueguen un nuevo papel, que la víctima falsa no lo sea… Hagamos un flashback dentro de otro flashback.
Glasss Onion, el bar en el que un grupito de comemierdas se convirtió en disruptores, en ricos, en egoístas de talla superior. Glass Onion, la cúpula que conmemora ese lugar ya desaparecido. Una isla, una mansión y gente tensa. Allí llega (¿por error?) Benoit Blanc, el más famoso detective.
Si analizamos toda la trama con atención hay cosas un tanto inverosímiles. Pero no importan porque se trata de jugar, de incorporarse a un divertimento de juego cinematográfico, un Cluedo en el que todo el mundo tiene motivo y oportunidad. Es un mero artificio, pero irresistiblemente funcional.
Entretenida, con bastantes momentos humorísticos. Esa repetición de escenas desde otro punto de vista creo que debió abreviarse un poco. Aún así es justo reconocer que el director no aburre y que todas sus piezas encajan. Aunque no sé qué pinta ese personajillo que aparece de vez en cuando, que va y viene sin intervenir. ¿Tendrá algún sentido en futuras entregas? Si no es así, sinceramente, me parece llevar el juego del desconcierto un poco lejos. Un disruptor de la trama.
Me gustó más la primera. Pero no está mal.

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