The
Running Man es un reality sangriento en
el que los concursantes deben sobrevivir durante 30 días, huyendo de
los cazadores contratados para matarlos. Ben, sin trabajo, con una
hija enferma, desesperado, decide apuntarse al concurso. Si gana son
1.000 millones. Lo único que le queda es la rabia así que…
Scott
Pilgrim fue una peli que detesté. El resto de la filmografía
que he visto de Edgar Wright me ha gustado mucho. Última
noche en el Soho me gustó muchísimo. Esa fuerza visual que
tiene la explotó al máximo.
Pero
The Running Man me parece un patinazo. No sabe si tiene
que ser comedia o drama, no sabe si ir en serio o en broma, dar
mensajes sutiles o directos, frenarse en los giros o meter más. Y
como acaba hecho un lío termina abruptamente con una elipsis brutal
en la que nos tenemos que tragar la resolución porque sí.
Ni
siquiera hay una secuencia de acción memorable. Son locas,
frenéticas, agitadas… Pero no especialmente bien rodadas. Es la
técnica de agitar la cámara.
Para
empezar tarda muchísimo en arrancar. Entre presentarnos al personaje
y explicar las numerosas reglas del concurso (que van a ser inútiles
a las primeras de cambio) se va gran parte del metraje. Hasta el
minuto 45 no empieza la esencia de la película: correr.
Tampoco
es que el planteamiento sea muy original. Basado en la película
Perseguido (1987) de Schwarzenegger, toma
elementos de El fugitivo, de The Game y,
por desgracia, de El show de Truman. Digo por desgracia
porque ese mensaje crítico no sólo acaba por resultar
contradictorio sino que se diluye en el caos.
Vale.
Puede ser entretenida a nivel superficial. Y la habría valorado
mejor si se hubiera quedado en eso. Pero es que pretende ser una
lección moral… sin mojarse. Y eso es imposible.
Visualmente
impactante, como siempre es Wright, pero caótico. Personajes
superficiales, arrítmica, dubitativa. No te aburrirá pero tampoco
te dejará satisfecho.

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