Estoy
entre los pocos que piensa que el Drácula de Bram Stoker
de Francis Ford Coppola (mucho más de Coppola que de
Stoker) hizo mucho daño al vampirismo. No era la primera
orientación romántica del monstruo, pero sí inició la deriva
hacia el amanerado cariñosón.
Digo
esto porque la versión de Luc Besson es deudora de la peli de
Coppola. Se parece demasiado en demasiadas cosas. La de
Coppola, pienso, no ha envejecido bien. Besson decide
meter dinero y renovarla. El problema, aparte de que a veces parece
un plagio, es que el director francés es absolutamente fiel a su
estilo: muy hortera.
Normalmente
no tengo nada en contra de ese estilo hortera. Le pega muy bien a
cosas como El quinto elemento o Valerian y la ciudad de los mil planetas. Pero hacer esto con Drácula
se podría denunciar. Ese peinado con moños de Drácula, esas
gárgolas, ese perfume (¿a qué viene esto?), ese recargamiento…
Me ha parecido risible de puro ridículo. No terrorífico ni
romántico ni dramático: comedia involuntaria.
Hay
un personaje coherente: Christoph Waltz. Interpreta a un
sacerdote que pretende redimir a Drácula. Vendría a ser Van Helsing
pero no le dan nombre. La cuestión es que aquí volvemos a la
incoherencia: ya Drácula ha intentado matarse múltiples veces
arrojándose por la ventana de su castillo. Y no funciona. ¿Qué tal
si simplemente deja que le dé el sol? Pues parece que no se le
ocurre en 400 años.
No
hay nada nuevo ni llamativo ni reseñable. Nada salvo ese estilo
hortera que no hace ningún favor ni a la propia película ni a la de
Coppola. Y ya perdonarás que insista tanto pero es que llaman
la atención las similitudes.
Prefiero
que vuelva a Valerian. También estoy entre los pocos a
los que sí gustó. Con sus horteradas. Este Drácula
es un despropósito.

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