23/11/25

Drácula

Estoy entre los pocos que piensa que el
Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola (mucho más de Coppola que de Stoker) hizo mucho daño al vampirismo. No era la primera orientación romántica del monstruo, pero sí inició la deriva hacia el amanerado cariñosón.
Digo esto porque la versión de Luc Besson es deudora de la peli de Coppola. Se parece demasiado en demasiadas cosas. La de Coppola, pienso, no ha envejecido bien. Besson decide meter dinero y renovarla. El problema, aparte de que a veces parece un plagio, es que el director francés es absolutamente fiel a su estilo: muy hortera.
Normalmente no tengo nada en contra de ese estilo hortera. Le pega muy bien a cosas como El quinto elemento o Valerian y la ciudad de los mil planetas. Pero hacer esto con Drácula se podría denunciar. Ese peinado con moños de Drácula, esas gárgolas, ese perfume (¿a qué viene esto?), ese recargamiento… Me ha parecido risible de puro ridículo. No terrorífico ni romántico ni dramático: comedia involuntaria.
Hay un personaje coherente: Christoph Waltz. Interpreta a un sacerdote que pretende redimir a Drácula. Vendría a ser Van Helsing pero no le dan nombre. La cuestión es que aquí volvemos a la incoherencia: ya Drácula ha intentado matarse múltiples veces arrojándose por la ventana de su castillo. Y no funciona. ¿Qué tal si simplemente deja que le dé el sol? Pues parece que no se le ocurre en 400 años.
No hay nada nuevo ni llamativo ni reseñable. Nada salvo ese estilo hortera que no hace ningún favor ni a la propia película ni a la de Coppola. Y ya perdonarás que insista tanto pero es que llaman la atención las similitudes.
Prefiero que vuelva a Valerian. También estoy entre los pocos a los que sí gustó. Con sus horteradas. Este Drácula es un despropósito.

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