-Querido
diario: feliz viernes de los cojones.
El
cine americano está tan mediatizado por sus estereotipos cinematográficos que,
incluso cuando presentan a los raritos, son raritos cliché. Raritos tan
característicos como los normales característicos. Y encima han exportado ese
concepto al resto del mundo.
Por eso me sorprendió The End of the F***ing World. Porque el autor del cómic, Charles
Forsman, no se dejó engatusar y pintó adolescentes estrambóticos pero con una
interioridad muy real. Familias dañadas, un mundo sin sentido, una búsqueda de
quiénes son y qué pintan aquí.
No
lo logra en Esta mierda me supera.
Mucho más explícita en sentimientos y situaciones. Esa primera escena, un flashforward, me hizo pensar que si esto
acababa a lo Carrie sería una
decepción. Y acaba… pues eso.
Hay
cosas majas que la hacen entretenida. Son 7 capítulos de 20 minutos, así que el
ritmo es muy ágil. Y hay ocurrencias llamativas. Digo: un tío que lleva una
camiseta de Enya en 2020.
¿Cómo se le ocurre? Creí que yo era el único fan que quedaba.
Esta
mierda me supera incluye el factor superpoderes. Y eso implica más atención a
lo externo que a la interioridad de los personajes, más interés por el
desarrollo de la acción que el de los sentimientos. Sophia Lillis vuelve
a demostrar su enorme soltura ante la cámara.
No
es una absoluta decepción pero sí esperaba mucho más.
-Estaba
así cuando llegué. Lo prometo. Lo juro.
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