Desde
que la familia de Blake Lively murió en un accidente, la chica no
levanta cabeza. Ha entrado en barrena. Y entonces descubre que aquello no fue
un accidente. Encuentra a Jude Law que la desintoxica, la entrena y, en
dos tardes, en vez de aprender economía como los políticos de este país (Pedro
Sánchez aún menos), se convierte en una máquina de matar.
Copia
a todas esas producciones de Luc Besson pero copia mal. Muy mal. Aquí no
es que las cosas pasen por casualidad es que son meros caprichos. El punto de
partida puede sonar inverosímil pero lo aceptamos por poner las bases del
juego. Después la peli se convierte en ridícula, evoluciona hacia la estupidez
y termina por ser una tomadura de pelo. Lo del romance… en fin. Ese romance es
de lo peor de la historia universal del cine. Vaya memez sin venir a cuento de
nada.
Total
que, al final, después de haber matado a unos cuantos malos, se convierte en
una mujer hecha y derecha.
Mala.
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