Tolkien

-En un agujero en el suelo, vivía un hobbit.

Si de algo soy friki ese algo es Tolkien. He leído más de 20 veces El Señor de los anillos, más de una decena de veces El hobbit, 4 veces El Silmarillion. Y su correspondencia y los ensayos de lingüística y todas sus obras. Aprendí a leer y escribir con runas y a chapurrear algo de élfico.

Así que iba preparado para presenciar algo doloroso. El más doloroso de los biopics. Por suerte no lo ha sido. Me ha sabido a poco. Pero doloroso no. Y eso ya es hablar en su favor.

Se nota que el director también es un friki de Tolkien. Sí. Esa conversación con Edith, en la que descubrimos su esencial faceta de lingüista, demuestra que el director sabe lo que quiere contar. Una faceta, no todo. Nos habla del hombre superdotado para las palabras, para la belleza del lenguaje. Y para lo que significaban verdaderamente sus obras: el viaje, el amor, la amistad. Pero no todo el personaje. Hay cosas decisivas en Tolkien que no están aquí porque ha apuntado a un instante específico.

Hace bien en centrarse en un solo momento de su vida para explorar la personalidad del autor. Ahora bien: elige la adolescencia y juventud de Tolkien. En mi opinión fueron más decisivos los Inklings que los Barrovians. Porque en los Inklings ya tenemos a Tolkien en su madurez, con ideas ya asentadas. Si la adolescencia es lo fundamental, ¿qué queda después?

La carnicería de la batalla del Somme como inspiración de Mordor es un capítulo esencial, bien tratado.

Convincentes Nicholas Hoult y Lily Collins.

No me satisface (supongo que es imposible) pero es una propuesta decente. Y, en fin, la anécdota de la corrección del examen en blanco sobre el que empieza a escribir El hobbit, no costaba nada contarla en su completo contexto.