-¿Y
por qué dices lo de matarme? Echa el freno tío. Eso es de psicópatas.
Hay
momentos en que crees que todo eso va en serio y, justo entonces, te salen con
una ocurrencia divertidísima. O al revés. Piensas que es una comedia con sus
puntos de locura y, ahí, te sacuden un mazazo dramático.
Barry,
veterano de guerra, es ahora un asesino a sueldo. No es muy feliz en su
trabajo. Un día entra por casualidad en una escuela de interpretación y decide
apuntarse. Su jefe/intermediario no ve la cosa con buenos ojos porque es mala
idea dejar a medias un trabajo encargado por los chechenos.
Lo
que se desata a partir de ahí es una mezcla imposible entre Breaking Bad, Los Soprano y Killing Eve. No en un plano
argumental pero sí en la mezcla de conceptos. Lo bueno de Barry es que es imprevisible. Y
empiezan a desplegarse secundarios: los alumnos de la escuela, el profesor, la
policía, los bolivianos, los tailandeses en la segunda temporada… Pero me quedo
con el ganado checheno. Vaya descerebre. En especial el desconcertante Noho
Hank (Anthony Carrigan).
Y
como capítulo loco el 2x05, el de la niña del taekwondo.
-Una
fuera de serie.
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