Volvemos
al MI6 más loco y a Eve Polastri en busca de Oksana Astankova. O sea,
Villanelle. Madre mía, ese pijama.
El
capítulo a lo Psicosis, con su
Norman Bates (mamá incluida), fue demasiado. Pero mira que me lo pasé bien. La
psicópata no sabe que ha caído en manos del psicópata y el psicópata no tiene
ni idea de la psicópata que ha secuestrado. Y anticipas, paladeas, degustas, lo
que se está cociendo.
La
inverosimilitud es muy alta. La psicópata más buscada del MI6 en la temporada 1
se convierte en la temporada 2 en aliada del MI6 para arreglar cositas.
2x05.
Cada vez que Eve y Villanelle se encuentran asistimos a algo que jamás hemos
visto en pantalla. Esa relación entre las dos… Te electriza, te inquieta, te
angustia, no sabes por dónde va a salir, te pone de los nervios y, al mismo
tiempo, hay humor, te partes de risa. Es una mezcla imposible que, sin embargo,
funciona.
Ese
humor rocambolesco y, a la vez cotidiano, tiene algo de los diálogos de
Tarantino en versión femenina.
Lo
más flojo fue la nueva asesina, una trama que apareció y desapareció de un
plumazo.
Un
detalle fascinante: el momento en que Eve va a coger el metro y, durante un
instante, se plantea empujar a un hombre desconocido a la vía. Sólo porque sí. Es
la tentación acerca de lo fácil que sería matar, lo fácil que es para su
enemiga Villanelle.
El
último capítulo es impresionante. Y no sólo por el final. Pasan ahí muchas
cosas. Todo el mundo manipula a todo el mundo. Excepto Eve que no sale de su
asombro. Y el espectador tampoco.
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