No
me gusta la filosofía de llevar tanto un cántaro a la fuente que al final se
rompe.
No
debieron hacer Terminator 3 o Alien 3 o El Padrino 3. Toy
Story nos había contado todo lo que se podía contar en una trilogía de
obras maestras. Toy Story 4 no
es una obra maestra porque vuelve a contar lo mismo de otra manera. Empieza a
repetirse.
Comparada
con las anteriores ésta es más emocional que inteligente.
Dicho
esto, aunque no sea un 10, es un notable. Es emocionante, divertida, muy imaginativa.
Estás ahí, muriéndote de risa y, en un segundo, te agarran el corazoncito de
niño y te impactan con una sacudida dramática.
No
mencionaré los aspectos técnicos porque ya se sabe. Son deslumbrantes.
Me
sigue sorprendiendo su capacidad para jugar con juguetes, para imaginar lo que
imaginaría un niño, para ver qué trastadas hacen los juguetes cuando nadie los
está mirando. Hay unas ocurrencias grandiosas.
El
motor de la historia, el juguete que se pierde y que hay que rescatar, esta vez
es Forky, el tenedor-cuchara. Una cosa de la basura que se convierte en juguete
por la creación de la imaginación.
Mi
momento preferido es el del GPS. Y la muñeca de la tienda de antigüedades, no
sé si es que cosa mía, pero ¿no te recordaba a veces a Annabelle?
Ese
final espero que, definitivamente, sea el final de todo. Espero que Pixar no
siga a partir de ahí. Se cerró el ciclo, de verdad. Es sorprendente que hayan
encontrado un nuevo giro de tuerca, pero ojo que se pueden pasar de rosca.
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