Es
muy buena. No voy decir que es la mejor
serie policiaca pero es mi preferida.
Es,
quizá, la única en que está integrada perfectamente la vida cotidiana y la
profesional del detective. Sus líos policiales se entremezclan con otros muchos
líos personales. Ahí surge el segundo elemento de interés: personajes. Unos
personajes buenísimos, tan excéntricos como auténticos, reales, comunes,
absurdos. Hay mucho ojo para detectar el carácter de la personalidad humana.
El
más alucinante quizá sea Brendan O’Grady, guardaespaldas, extorsionista, encargado
de dar palizas, probablemente psicópata. Y muy majo. En serio. Un tío más
simple que la mar, que pone tanto empeño en disparar en rodillas ajenas como en
cumplir con su palabra. Y también está Simone, con ganas de ser feliz, amargada
porque nadie más parece querer serlo. Y el ex de Simone, en busca de algo que
le alivie ser un ex. Y Gus (Augustine) con los sentimientos de un papel de lija.
En apariencia. Y los colegas de las carreras de caballos. Y los amigos del bar.
Y el poli de homicidios. Y la ex de Jack.
Todo
se junta y se entremezcla y Jack Irish hace virguerías para conjugar esa vida.
El caso es casi lo de menos, pero eso no significa que no sea interesante.
Jóvenes indios que mueren, una farmacéutica, una universidad de pacotilla, el
corrupto departamento de inmigración, la policía incompetente…
Han
pasado 3 años desde la temporada 1 y es una pena porque se trata de una de esas
series de las que yo vería un capítulo diario con mucho gusto. Supongo que hay
fronteras que aún cuesta romper pese a las plataformas internacionales. Australiana.
Guy Ritchie es el protagonista. 6 capítulos.
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