16/6/19

Largo viaje hacia la noche


Onírica, surrealista. La película se siente como un sueño. A medio camino entre Wong Kar-wai y David Lynch, entre In the Mood for Love y Inland Empire.
Largo viaje hacia la noche es el título de la película. Pero es también el título de la película que el protagonista ve en el cine y en la que él mismo es el protagonista, una última hora rodada en un plano-secuencia de una extraordinaria complejidad.
No tiene mucho sentido buscarle el argumento porque busca evocar emociones. Es un sueño, un hombre busca a una mujer, el amor, la felicidad. Un sueño en el que buscamos el sueño inalcanzable.
Los diálogos se repitan en situaciones diferentes, los elementos simbólicos reaparecen una y otra vez con sentidos diferentes y, al mismo tiempo, complementándose. El tono romántico es permanente. También la sensación de que los personajes viven atrapados en un destino predeterminado y luchan por romper ese destino a través de acciones sin lógica. O quizá porque la lógica del amor siempre es ilógica. Un espacio en el que no parece haber tiempo.
Extraña, hipnótica, se desliza con un ritmo sinuoso, envolvente, con una ambientación magnífica, visualmente muy llamativa y desconcertante.
Es muy difícil juzgar una obra de este calibre. En primer lugar porque hay códigos diferentes, ideas planteadas de modo distinto al habitual. Está claro que el universo de Bi Gan, el director, debe entenderse (como con Lynch) dentro del conjunto de su obra. Pero es que esta es la segunda película del director. Y en segundo lugar porque es china, oriental, y ahí los símbolos tienen otros significados (y más importantes) que en occidente.
Difícil de interpretar, sí. Pero se deja degustar magníficamente. Y difícil de recomendar. Lo puramente estético está muy por encima del guión.
Me encantó un detalle humorístico: la partida de ping-pong.

No hay comentarios: