Novela
y película me fascinan. En sí mismas y por lo que las rodea. Única
novela que escribió Harper Lee. Y gana un Pulitzer y se
convierte en un clásico instantáneo. La película nadie quería
hacerla porque no había acción, romance, un castigo ejemplar para
el villano, hablaba de violaciones y de negros. Y la sombra de la
novela asustaba. Alan J. Pakula fue el productor que se
atrevió con ella.
Aún
hay más elementos en el entorno. Como que el niño pedorro que
aparece sea el retrato no muy oculto de Truman Capote. Eso y
que Harper Lee se llevara el Pulitzer no le sentó nada bien.
Pero
todo eso es lo de menos al lado de sendas obras maestras (libro y
peli). Recuerda que estamos a comienzos de los 60, que toca temas
sobre los que Hollywood solía pasar por alto y la lucha por los
derechos civiles de los negros casi acababa de empezar.
Y
Harper Lee y Robert Mulligan descubren el modo adecuado
de presentar toda esa sordidez: a través de los ojos de una niña
que dulcifique y haga amable, en la medida de lo posible, un mundo
injusto, racista y miserable.
Scout
es una niña un poquito marimacho, tiene un hermano, Jem, son
huérfanos de madre y tienen una relación muy peculiar con su padre
Atticus. Una criada negra, Calpurnia, viene a ser el referente
femenino. Son el islote de bondad. Atticus, abogado, tendrá que
defender a un negro acusado de violar a una chica blanca.
Es
una película imprescindible. Hay algo de irrepetible en esa historia
tan sencilla, tal vez porque suena a verídica, porque no es un
cliché. Hay algo mágico en lo que logra transmitir emocionalmente.
Hay algo magnético en cómo atrae las miradas sin ser un rodaje
llamativo salvo porque Mulligan sabe colocar siempre la cámara
en el mejor sitio.
James
Stewart no quiso el papel (Atticus era demasiado liberal, según
él) y Gregory Peck no dudó ni un segundo. Sabía qué hacer
exactamente con el personaje. Tanto que Harper Lee lloró al
verle en el rodaje de la primera escena porque le recordó a su
padre. Eso prueba lo bien que lo escribió ella y lo bien que lo
entendió él.
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