Bielorrusia
es un país muy corrupto y muy peligroso. Es como el baboso de la
clase que se atreve con todo porque tiene de guardaespaldas al más
garrulo: Rusia. En esencia es lo que quiere transmitirnos esta serie
polaca. Que Bielorrusia es un polvorín.
El
segundo mensaje es que pendemos de un hilo. Los servicios secretos de
esos países (incluidos los propios polacos) están compuestos de
fundamentalistas sin ninguna moralidad. La idea de que su país es
superior a los demás justifica cualquier acto.
Ewa
es espía polaca. La envían bajo la tapadera de cónsul a
Bielorrusia para que descubra quién es el topo que tienen allí,
quién empujó a la anterior cónsul a suicidarse.
Como
otras muchas series polacas tiene esa fotografía fría, de azules y
grises, que acentúa la distancia y aleja lo emocional. A cambio da
paso a un sórdido nivel de realismo, con escenas bastante crudas y
explícitas. Está bien rodada y planificada. El punto de apoyo es el
drama de esos espías (polacos, rusos, bielorrusos, bálticos…)
pero las secuencias de acción, sin ser muy abundantes, están bien
rodadas y resultan impactantes. Sólo se me hizo inverosímil lo de
Skiner tras la tortura. Excepto eso el guion es muy sólido. Hay que
estar atento porque rápidamente introducen a un montón de
personajes pero no es liosa.
La
película resalta los engaños, la manipulación de la opinión
pública y, muy especialmente, lo prescindibles que resultan los
propios agentes. Se les exige todo, se les exprime y luego se les
desecha. Esa visión cínica vertebra toda la trama. Creo que es muy
interesante el enfoque geopolítico que tienen los países
fronterizos con Rusia: pánico a un país que sigue siendo una tiranía
invasora.
El
final cierra correctamente el arco de la historia y deja abierto un
hilo para una hipotética segunda temporada. Un final dramático y
tan seco y cortante como todo lo demás.
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