Esta
es la otra cara de Bollywood, es la India pobre y sucia, la India de
las castas miserable, la India corrupta, caótica y desesperada.
Santosh
es una viuda joven. Parece que los planes de pensiones de la India no
están muy desarrollados y para que las viudas tengan un medio de
vida existe la posibilidad de heredar el trabajo del
marido. Es así como Santosh se convierte en policía.
Como
en otras ocasiones, el género policíaco no es más que una excusa
para sumergimos
en el
lado oscuro de la sociedad, el
costumbrismo documental, el clasismo devastador que padece la
sociedad india. Santosh intenta hacer bien su trabajo pero la actitud
de sus compañeros le repugna sin que sepa cómo hacerles frente.
Es
todo bastante deprimente y
la directora (Sandhya
Suri)
busca en ocasiones ser caprichosamente desagradable como en esa
regugitación de la comida. Lo de las torturas policiales alcanza un
nivel de regodeo muy bestia.
El
caso principal es el cadáver de una adolescente, violada y
asesinada, encontrada en un pozo. Pertenece a las castas inferiores y
nadie se esfuerza mucho en
averiguar la verdad.
Muchos
ni siquiera quieren tocar el cadáver.
Santosh tiene una jefa encallecida
y ruda.
Es
exigente con el espectador por su aspereza, por el ritmo pausado y
descriptivo, por las elipsis que dejan abiertas interpretaciones.
Una
historia bien rodada, desoladora, feroz en su crítica, sin esperanza
de cambio, con un plano final hacia la oscuridad.
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