19/3/25

Anatomía de un asesinato

-Suave, sencilla, de las que intentan aprovecharse de los hombres. Y lo hacen.
Pongo fin a mi trilogía de juicios tras Matar a un ruiseñor y Doce hombres sin piedad. Tres piezas maestras de las que beben cualquier otra película del género.
Salvo el primer plano de la película (una cámara inestable) todo lo demás son aciertos. Que la víctima de violación, Lee Remick, no sea una ingenua sino una tipa con una pulsión obsesiva en seducir hombres, es el principal de ellos.
Es muy interesante que haya tantas tramas atractivas sin relación con el juicio. La adicción a la bebida de Parnell, la escasez de dinero de Paul y su afición a la pesca, la secretaria que tiene control de cualquier situación… Cada una de esas cosas la ves como si fuese la trama principal y podría salir una película con cada una de ellas. Parnell, por ejemplo, tiene un accidente, es irrelevante para el juicio, pero humaniza al personaje y no parece superfluo sino que crea contexto.
Los guionistas actuales deberían ver esta película: es de una lógica implacable. Lógica en las reacciones, en la secuencia temporal, en la réplica de los diálogos, en el carácter de los personajes. Todo fluye y encaja con naturalidad. ¡Ese distanciamiento entre marido y mujer, esas miradas en el juicio!
En 1959 era infrecuente que en el cine se hablara de bragas, esperma, que se usara la palabra puta o anticonceptivo, que hubiera un bar en el que se mezclan negros y blancos y en el que estaba Duke Ellington… Pero Otto Preminger era muy de meterse en charcos. No era la primera vez que se adelantaba a su época y no sería la última. Se adentraba en temas escabrosos y lo hacía con mucha inteligencia.
Aquí utiliza con frecuencia un recurso: pasar de un plano general a un primer plano en un rápido travelling. Esa técnica ayuda mucho a que parezca que todo lo que dice alguien, incluso un secundario, parezca importante.
Otra cosa que me gusta mucho es que su único mensaje moralizante es que no hay que fiarse de los que beben ginebra.
-¡Ay! Maravillosas dos palabras: “sin embargo”.

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