-No
es política, son matemáticas. Las elecciones son matemáticas.
Un
asesor político demócrata oye el discurso de un granjero en un pueblo perdido
de Wisconsin. Y se le ocurre que es hora de que los demócratas ganen donde
nunca han ganado. La asesora republicana no va a dejar las cosas así.
Supongo
que esta película les dice más a los estadounidenses que a nosotros. A mí,
realmente, me dice muy poco. Es, más que nada, una peli costumbrista de la
América rural, sacudida por la voracidad política.
La
gente de a pie vienen a ser gentes de Frank Capra. Los políticos vienen
a ser de Armando Ianucci. Pero a años luz. Y Jon Stewart, el
director, no es Capra ni Ianucci.
El
reparto lo tiene difícil porque es una comedia sin gracia. Limitarse al tono
costumbrista le habría ido mucho mejor. Como está Steve Carell parece
que es obligatorio darle un aire algo loco. Pero no existen situaciones construidas para soltar la carcajada.
Además
están Chris Cooper, Rose Byrne, Mackenzie Davis y Topher
Grace.
El
interés de la película se reduce a sus 10 minutos finales. Muy buenos. El final
sí me gustó. Un giro logrado y el mensaje que quería contar. Sólo que la
armazón sobre la que se construye todo el tinglado es muy débil.
Acierta
al mostrar que el concepto de derechas e izquierdas está trasnochado. No son
más que ideas románticas de hace dos siglos que se perpetúan para el beneficio
de unos pocos.
Así
que el plan puede ser irresistible pero la película no tanto.
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