-Siento
muchísimo lo de Alberto Sanz. Tengo entendido que era amigo tuyo. Esperemos que
la cosa no salpique a nadie más.
El
terrorista islámico más buscado es detenido inesperadamente en Melilla. Eso
provoca que los ojos de la yihad se centren en España. La Unidad, el
departamento anti-terrorista de la policía, va a tener unos días difíciles.
Saben que algo muy gordo se está preparando.
La
verdad es que podría ponerle muchas pegas. Muchísimas. No comparo con series
americanas. Pienso en la francesa Oficina de infiltrados. Podría poner pegas en su planificación, dirección,
montaje… Pegas en el modo de tratar a los personajes. En esa manía de la cámara
al hombro que sólo sirve para justificar una producción descuidada,
menospreciar la estética, iluminación, sonido…
La
unidad está muy bien en lo que se refiere a acción, aunque tampoco es el
espectáculo prometido. Tiene 6 capítulos, perfectos para imprimir ritmo a la
historia e ir al grano, con algunas escenas que se lucen. Una de ellas muy
impactante.
Pese
a lo mucho que se ha hablado de gran producción, lo cierto es que hay cosas
poco trabajadas.
Y
sin embargo vuelve a ser un paso adelante. Hay una costra de españolismo que
parece imposible de quitar. Es meritorio que se hablen múltiples idiomas, que
se busquen localizaciones exteriores, que traten de ser más universales. Pero
lo universal no se logra por ahí. Se logra cuando acabemos de quitarnos tics,
clichés, diálogos de archivo y, sobre todo, esa estética, ese aire de cutrez en
todos los ambientes.
Sí.
Me pongo exigente. Pero creo que es bueno que me ponga exigente con una serie
española. Es porque avanzamos. La cuestión es que no es una gran serie y debería
serlo.
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