16/5/20

Capone


Josh Trank dirigió una opera prima titulada Chronicle. Como los americanos no ven apenas cine extranjero no supieron rastrear las influencias. Y convirtieron un aburrimiento en un artefacto sobrevalorado. Le sirvió a Trank para reiniciar por segunda vez Los 4 fantásticos. E hizo otra película soberanamente aburrida. Y mala.
5 años después ha vuelto a hacerse con una cámara y armado de ese currículum (2 películas aburridas en su haber) se atreve a rodar el último año de la vida de Al Capone: recién salido de la cárcel, vigilado en su mansión de Florida, enfermo, con sífilis, loco.
Y, claro, cuando aún tenemos fresca en la memoria la película de El irlandés de Scorsese.
A Trank no se le da bien entrar en la conciencia, en la posibilidad o no de redención, en la memoria del pasado, en la culpa. Todo es muy obvio y muy superficial. Se enreda en repetición de situaciones, en alucinaciones surrealistas, en la fragmentación de recuerdos. Pero profundidad psicológica, entrar a quién era Capone, eso le pilla muy lejos.
Vemos, simplemente, a un hombre que se está muriendo de forma angustiosa e implacable. En eso sí regodea. Pero no aporta nada.
Gracias al trabajo de Tom Hardy (imponente) le daremos un aprobado. Pero la historia, la trama, el modo de tratar al personaje, no lo merece.

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