10/5/20

Oficina de infiltrados. Temporada 4


-Keyser Söze no se mea al oír un F-16, ¿no?
Jopé con las cárceles de la FSB. Vladimir Putin sí que sabe cómo mantener derecho a un país y que las encuestas le den aprobaciones del 90%. Aunque aún tiene que aprender de España en donde damos, como en las sólidas dictaduras, el 97%.
La temporada gira alrededor de la guerra informática. Marine Loiseau acercándose al Centro 21 y el equipo informático de la DGSE tratando de obtener el origen de un virus. Y Paul Lefebvre, a su aire, liándola parda allá por donde va mientras admite su derrota. Sensacional la batalla de hackers, una escena maravillosa.
También tenemos otra trama en diversas zonas árabes, lugares de locos en la tierra. Jonas adquiere más protagonismo; Jonas al que todo el mundo infravalora porque es gordo pero que es un hacha en lo suyo. Buscando a los miembros del Daesh  más peligrosos.
La conversación con el agente sirio en la terraza, contando atrocidades de un modo para él divertido, es delirante.
La temporada baja de calidad. Era muy difícil mantener el nivel de las anteriores, especialmente de la tercera. Se echan en falta personajes que han desaparecido sin más. Empiezan a notarse la falta de ideas para seguir creando tramas sobre los mismos mimbres. Es más floja respecto a sí misma pero sigue siendo buena. Bastante buena.
No he citado a Marie-Jeanne, presente en las cuatro temporadas. Pero esa mujer es lo más. Seca, algo estirada, pero con una claridad de juicio imponente. La sombra a la que le gustaría seguir siendo sombra, pero que de repente se encuentra en la cima recibiendo (y combatiendo) toda la mierda.
Ay, Marine Loiseau, cuánto sufre en todas las temporadas.
El final es totalmente francés, cartesiano, pragmático. El arco principal está totalmente cerrado. Aunque, claro, la oficina de infiltrados tiene más historias que contar y en Francia ya están con los inicios de la quinta.

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