No
me gustó el informe 618. Las tramas conspiranoicas de The Good Wife (la NSA investigando a Alicia) se quedaban en
nada, resoluciones simples para algo que alcanzaba proporciones enormes. Lo
mismo con el suspense del asalto a la casa de Diane. Aunque dio pie a un primer
capítulo muy loco.
Sí
me gustó lo del peligro que supone que todo esté digitalizado, que no tengamos
acceso al papel, al material físico, al soporte convencional. El papel está
aquí. Lo digital está… en la nube. O no está. Deja de existir.
Como
siempre lo importante son sus personajes. Porque si fuese una serie de abogados
yo no la estaría viendo. Esos personajes podrían estar en cualquier serie. En
una policiaca o de médicos (la única de médicos que yo vería) o de vampiros.
Podrían ponerlos en Lo que hacemos en
las sombras. Y yo los vería. A Diane, a Lucca, Marissa, Adrian, Julius
y al cerdo de David Lee.
Sí
que he echado de menos a Maia. Y a muchos secundarios.
Siete
capítulos saben a poco y las tramas han quedado muy en el aire.
Ayer
me quejaba de las pocas pelis políticas actuales que se hacen en este país. Los
americanos se quejarán mucho de sus políticos pero en eso ganan. Trump o
el despiece que hacen de Epstein en el último capítulo. Aquí los
políticos son intocables. O quizá nos falta inteligencia para escribir guiones
como los del matrimonio King. Un ejemplo: una declaración tan mema como
la de la vicepresidenta Carmen Calvo sobre las líneas rectas y el
coronavirus, en Estados Unidos se comentaría esta noche en el Saturday Night Live y le darían un
buen repaso en una serie dentro de un mes. Aquí callamos ante las estupideces
más grandes.
El
caso de las atletas transgénero fue peliagudo. Un tema que los responsables de
las Olimpiadas deberían resolver ya. Ahí los King no jugaron limpio en
muchos aspectos pero es un tema del que hay que hablar.
En
fin. Sólo 7 capítulos y se podría escribir sobre ella muchísimo más que sobre
la mayoría.
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