Técnicamente
buena. Bien rodada y planificada. Con el juego de lanzarte un poco hacia
adelante, luego hacia atrás, luego hacia adelante… Rellena los huecos que nos
dejó la escena post-créditos de la primera temporada y no deja ni un solo detalle
descuidado. Poco a poco va cubriendo todo lo que se apunta.
No
he empleado la palabra juego al azar porque se trata, realmente, de un juguete.
No cuenta gran cosa, la trama carece de contenido, ciertamente es flojita. Se
basa más en las sorpresas, en satisfacerte cuando se solucionan los
interrogantes. En ese sentido no me satisface mucho. Aburrida hasta el
siguiente momento en qué descubres cómo pasó eso y eso otro.
Rara.
Entre lo aburrido y el dejarte satisfecho.
El
final, eso sí, me gustó mucho. Pero mucho, mucho. Sencillo, eficaz,
contundente, radical. Tal vez puedas echar de menos a Julia Roberts.
Pero están Janelle Monáe, Chris Cooper y, sobre todo, Joan
Cusack, a la que hacía siglos que no veía pero que nunca defrauda.
Me
encanta la confusión de películas de Chris Cooper. Aladino, Green Lantern y El
señor de los anillos. A él le interesa el Anillo Único, el peligro de
obsesionarse con algo que te vuelve tan estúpido que crees que te hace feliz.
Es un personaje enorme, un buen hombre. Como a muchos buenos hombres es fácil
engañarles. Pero por algún motivo su honradez termina por imponerse.
Irregular.
Son 7 capítulos que no llegan a la media hora, así que se ve en un periquete y
eso ayuda mucho.
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