El
esposo de Sarah ha sido asesinado. La poli dice que era un traficante de droga
y da carpetazo al asunto. Sarah no está muy contenta con el dictamen. La
investigación de ella se simplifica (y aquí está el principal escollo de la
película) debido a una casualidad.
Está
muy bien dirigida pero no tiene mucho que contar. Es una historia de venganza
contada de un modo diferente pero le sobran algunas tramas. Tiene grandes
momentos pero tiene muchas cosas superfluas.
Sarah
no sólo ha perdido a su esposo. Un empleado del supermercado la acosa, los
polis le vacilan, asuntos sociales quiere la custodia de los hijos porque si
vivían con un narcotraficante… Es un mundo sórdido, violento, lleno de gente
desagradable.
Y
entonces a Sarah le pasa algo más, el detonante, la gota que colma el vaso. La
peli sube un peldaño más y se vuelve visceral, sangrienta. Muy explícita en
golpes, puñaladas, desmembramientos. Demasiado regodeo para mi gusto.
Descompensada.
Se agradece mucho su perspectiva, la forma de presentar a esa madre sin
opciones para descubrir la verdad. Encuentra un modo original de contar lo de
siempre. Pero hay diálogos y situaciones que o bien sobran (abuela, servicios
sociales) o debieron aportar alguna elipsis (la larga escena del
descuartizamiento, las repeticiones del supermercado).
Reconozco
que, en la última escena, lo que hace con el arma no me lo esperaba. Creo que nunca
había visto eso.
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