Deb
está en los 31 años y ya es abuela. Ella tuvo a Bridget a los 16 años y Bridget
acaba de tener un bebé. Son un ejemplo de lo que los americanos llaman basura blanca. Inmaduras, alocadas, con
galerías de amantes mal escogidos, bebedoras… Y un día Bridget desaparece.
Deb
tendrá que ocuparse del nieto. Y pasan los años.
Cuenta
bien el proceso de maduración de Deb. Empieza a estudiar para ser enfermera, procura
mantener una relación estable, intenta controlar su vida deshaciéndose de los
tipos que la maltratan… Sienta la cabeza progresivamente. Y encuentra apoyo
inesperado en su madre, hermana y cuñado. Siempre a la gresca, siempre con
broncas, pero son los únicos con quien puede contar.
La
pega es que no hay nada más. Las conversaciones son intrascendentes, se alargan
durante minutos sin aportar nada, las situaciones se repiten, el metraje se
estira sin razón alguna… Sienna Miller, Christina Hendricks y Aaron
Paul están muy desaprovechados. Pocos registros para una historia que, en
realidad, no tiene muy claro qué quiere contar.
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