-Necesito
anticonvulsivos, sulfato de sodio, insulina, benzodiacepina.
Sí.
Algo más que tus ropas, tus botas y tu moto.
No
es Terminator 2. No tiene ni
el ritmo casi matemático ni resulta tan innovadora. Pero respeta la esencia, la guerra del hombre contra las máquinas, destino o no
destino. Quizá respeta tanto que muchas cosas suenan a repetición.
Para
matar a Daniela Ramos llega el robot líquido (Rev-9) desde 2042. Para
protegerla viene Grace, un híbrido de humana y robot, una humana mejorada. Y
alguien más se apunta a la protección: Sarah Connor que pasaba por allí (atención
a su aparición en la autopista). Tres tipas duras y, bueno, a partir de cierto
momento… él.
Bastante
espectacular. Volvemos a presenciar magníficas peleas, persecuciones de
vehículos, coreografías perfectas, la fuga permanente. Y la pelea en ese avión
para, sin tregua, llegar a la presa.
Lo
mejor es la relación entre Sarah y… él. Ocurrieron acontecimientos que
desconocíamos hasta ahora y la dinámica entre los dos no es lo que esperábamos.
Hay odio, hay química, hay un cóctel explosivo que la veteranía de ambos
transforma en una extraordinaria tensión. Aunque también se ve que buscan la
nostalgia a cualquier precio. Por mí, bien. Linda Hamilton es mucha Linda
Hamilton.
Le
habría venido bien un poco más de humor. En cualquier caso muy entretenida,
desplegando un poco más el mito según el canon de James Cameron. Pero, como muchos critican acertadamente, vuelve a contarnos lo mismo. A mí me vale. Pasa que, ya me he dado cuenta hace tiempo, a mi me vale casi cualquier cosa de Terminator.
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