24/11/19

Frozen II


Frozen fue una revolución para las niñas. Algo así como Black Panther para los afroamericanos. Fue la alternativa a salir a las calles, tirar piedras a los comercios y exigir un cambio social. ¡El poder para las niñas! Fue una locura, una declaración de principios. Supongo que Greta Thunberg fue la única que no la vio y por eso ahora anda en lo que anda.
Frozen II tenía que llegar. Forzosamente. Disney no tiene ni idea del porqué de ese exitoso frenesí pero sí sabe una cosa: hizo caja. Y Frozen II puede reventar las taquillas.
Los dibujos son espectaculares. Parece una perogrullada decirlo al tratarse de Disney, pero visualmente es imponente. Un dominio absoluto para dibujar nieve, hielo, tornados, fuego, viento, agua… Esas escenas de Elsa luchando con el mar y la rotura de la presa son un prodigio técnico.
A mí me sobran las canciones (y hay muchísimas), me sobra el puñetero muñeco de nieve (qué pesado, sólo me pareció gracioso en la escena en que resume Frozen) y me sobran los fallidos intentos de petición de matrimonio.
La trama me funciona a ratos. Complican sin necesidad lo que debió ser más simple y quedan cosas sin aclarar. Me gusta que la cuestión romántica se reduzca al mínimo.
En este caso habrá que preguntar a las críticas adecuadas: las niñas. Saber si responden a la película, mejor, peor o igual que a la primera. Yo me quedo con el apartado visual. Se han esmerado especialmente en los movimientos de Ana. Me han parecido muy fluidos y naturales.

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