-Cualquier
persona sensata se habría ido de la isla antes del desayuno. Pero el
café que hacían los monjes estaba buenísimo.
Me
parece un guion ejemplar para una película de cine negro. El
cadáver, la duda entre asesinato o accidente, la mujer glamurosa que
contrata al alcohólico detective privado, los interrogatorios que
levantan ampollas, la paliza por metomentodo. Está muy bien. Algo
previsible, es verdad, pero el final está ejecutado correctamente
jugando con ese paralelismo de vidas. El guion es solvente sin ser
original.
Lo
que pasa es que la dirección es un poco torpe, lánguida. Como que
se arrastra. Le falta ritmo, más cortes, más agilidad. Es el gran
lastre de la película y un gran lastre.
Todo
lo demás está en su sitio. Ubicar la acción en Creta, por ejemplo.
Alojarse en un monasterio, la iconografía ortodoxa, los mitos
griegos... Le da un toque muy exótico, con esa familia de ricachones
todopoderosos que controla la isla. Policías incluidos. La
fotografía tiene toda la luz del Mediterráneo y resulta agradable
el simple hecho de pasear por allí aunque no pase nada. Aunque nos
gustaría que pasara. Y con más fluidez. Incluso cuando paseas hay
cambios de ritmo.
No
voy a recomendarla con empeño pero la vi con agrado relajante.
Bonitos lugares, paisajes y calles mientras Joseph
Gordon-Levitt
y Shailene
Woodley
nos cuentan una de polis.
Gracioso
el momento de el Congo y El Bronx.
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