Megalópolis
es lo contrario de lo que debería ser una película de madurez.
Megalópolis
parece el producto de un amateur, el juguete que un niño rompe
excitado por la emoción, el instrumento tecnológico al que un
flipado quiere sacarle todo el partido de golpe. Es extravagante,
grandilocuente, una apisonadora. Creo que no hay ni un sólo recurso
fílmico que deje fuera pero ninguna aportación.
El
otro día comenté que Almodóvar
dejó de ser moderno hace tiempo. Dejaron de serlo todos los de los
70-80: Ridley
Scott,
Zemeckis,
De
Palma
e incluso Spielberg.
Scorsese
es el único que aguanta más o menos. Fueron los mejores, rompieron
moldes en su momento y hasta es posible que aún no haya sustitutos
adecuados. Pero no son modernos. Algunos de esa generación lo
admiten. Cuando dirigen algo lo hacen desde el sentimiento y la
emoción. Hacen cosas decentes sin pretender ser magistrales.
Pero
Coppola
se pasó de frenada. Vaya
pedrada.
Secuencia
de los andamios. Hace aburrida una escena de apertura, decisiva para
el planteamiento de la historia. Hace aburrido el monólogo de
Hamlet.
Y a partir de ahí sabes que no te va a interesar nada de lo que
venga. En
el fondo eso es lo peor de todo: es aburrida.
Su
esfuerzo retro-futurista es un horror además de incoherente. Parece
más bien una fiesta de disfraces con gente recalcitrante. La
larguísima escena del Coliseo es patética e insufrible. Pero en
muchas escenas te lo preguntas: ¿por qué dura tanto esta escena?
¿No ha salido ya suficiente gente haciendo el ridículo?
Lo
único que me gustó, por inesperado, fue lo de Sam,
el
niño del
autógrafo. Y
tuvo menos relevancia de la que esperaba.
Tuve
la sensación de estar viendo Speed
Racer
para abuelas, un
desparrame visual empalogoso y
de mal gusto.
Una
vez más: el raudal
de megalomanía se torna pueril. Un espanto kitsch.
El
final es absolutamente deplorable.
Es
tan mala que ahora pienso que El
padrino
la dirigió otro. ¿Qué le ha pasado a este hombre?
Habrá
un montaje
del director, ya lo verás. Pero yo no estaré ahí.
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