25/9/24

Douglas Is Cancelled. Temporada 1

El primer empujón para ver esta serie provino de mi hermana. No habría sido suficiente de no ser por la presencia de
Karen Gillan, que para mí fue una de las mejores companions de Doctor Who (Amy Pond). Luego descubrí que su presencia se explicaba porque allí y aquí está el mismo showrunner: Steven Moffat. Y eso se completa cuando veo a Alex Kingston que fue River Song, la esposa que el Doctor no sabía que tenía por cosas de los viajes temporales (líos con el antes y el después).
Douglas es el presentador estrella de las noticias. Un día alguien comenta que dijo un chiste sexista en una boda.
Steven Moffat es, por lo general, palabras mayores. Me parece que traza un guion brillante. Ni tan pedante/idealista como Sorkin ni tan ácido/cínico como Ianucci. Se mueve entre ambos y, tal vez por eso, suena muy real.
Y ese es el problema: es una serie engañosa y cobarde. Me gusta cómo lo cuenta, pero no lo que cuenta. Los dos primeros capítulos tienen aire de comedia, aire de cuestionar la cancelación, aire de demostrar que nos estamos pasando. Aire de dejar claro que una cosa es lo personal y otra lo profesional. Me parecía estar viendo, más elaborado, ese discurso viral de Rowan Atkinson en defensa del humor políticamente incorrecto. Pero entonces llegan los dos últimos capítulos. Y no se puede ser más políticamente correcto: todos los hombres son iguales y todo lo que digan es sexista simplemente porque lo dicen hombres. Y todas las mujeres, aunque estén en desacuerdo, viven la sororidad.
Empezamos bromeando sobre si se puede hacer un chiste pero no hay respuesta: habla de otra cosa objetivamente mala y nos lo vende como si fuese igual de malo que el chiste.
Hay un momento brillante en la serie, cuando aún nadie sabe qué chiste dijo o si realmente lo hubo. La propia productora de Douglas aprovecha ese vacío informativo para inventar ellos mismos el chiste: ni mucho ni poco. Ya sabes: controlar el relato.
Creo que hay dos series. Los dos primeros capítulos hablan acerca del humor incorrecto, los dos últimos de acoso sexual. Por separado habrían sido interesantes. Muy bien escrita, inteligente, bien montada. Pero manipuladora, muy especialmente en el modo en que ridiculiza al humorista. Muy curioso: queda fatal hacer humor.
También se podría hablar acerca de buscarse ídolos humanos y de la inevitable decepción que eso supone. Y de otros temas.
Cuatro capítulos que, sin duda, dan para debatir.

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