Una
propuesta oscura, perturbadora y retorcida. Un duelo de dos mujeres,
Naomie Harris y Natalie Dormer, que pudo ser una obra
de teatro pero que huye del encierro mediante cafeterías,
supermercados, caminatas por las calles, flashback… Sin
embargo todo se fundamenta, básicamente, en una larga conversación
entre dos mujeres.
Y
qué conversaciones. Es una crudeza verbal sin tacos, descriptiva.
Ahí se nota un buen guion: las palabras expresan perfectamente el
estado psicológico de los personajes. Y vaya dos psicologías tan
bien retratadas.
Eso
es lo que presenciamos: la descripción de dos personalidades. No
pasaría nada por desvelar algunos pasos de la relación, pero es que
la película también cuenta muy bien las fases de esa relación.
Comenzamos
conociendo a Heather, luego a Carla, después descubrimos, a través
de giros inesperados, el pasado y presente de ambas.
Es
una historia inquietante que maneja muy bien la tensión en cada uno
de sus tramos. No se alarga con efectismos. De hecho, como
descubriremos al final, el cálculo del tiempo es importante, cada
personaje debe estar en su sitio en ese momento exacto.
Algo
así necesita de dos buenas interpretaciones. Y las hay. No pretende
hacer reflexiones profundas pero, aún así, es evidente su interés
en las secuelas que dejan los malos tratos en la infancia y la
adolescencia.
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