2/9/24

Los justos

-Escuchame, Beto. Tenemos casi 80 años. Nuestra vida ya está en riesgo.
Atilio se escapa una noche del geriátrico para ir al cementerio a ver a su esposa. Le acompaña Beto, capaz de abrir cualquier cerradura. Atilio piensa que lo mejor es suicidarse así que pide a su esposa una señal por la que deba seguir viviendo.
Atilio y Beto descubren esa noche algo turbio relacionado con una funeraria.
Me encanta Claudia Lapacó, Doña Rosa, que fuera bibliotecaria. Inteligente, inquisitiva, fisgona. Enseguida ve que los dos hombres guardan un secreto y los espía. La cámara la muestra en un plano aparte tras cerrarse la sesión de un ordenador, en profundidad de campo, haciendo que pasaba por ahí… Y es la que les hace poner los pies en el suelo.
Y como son argentinos la picaresca salta enseguida. Cómo robar a un ladrón.
Aquí hay dos partes. La primera, el atraco, me gustó: es un plan sencillo, verosímil, con su punto de comedia. La segunda parte, las consecuencias del atraco, es otra historia. Ahí se pasan tres pueblos.
Su virtud es su defecto: la película avanza al ritmo de los ancianos. Idas y venidas a ritmo cansino. Es desesperante ver a Beto caminando por los pasillos, abriendo una cerradura con su pulso tembloroso. El montaje pide algo más dinámico.
Esta Operación Caballo de Troya es buena idea, hay mimbres para algo potente pero el guion se queda un tanto raquítico. Dura 75 minutos y aún así se le pudieron hacer recortes. Y, aunque sea una película con ancianos, no significa que su estilo deba ser viejuno. La música es un horror.

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