Llevaba
2 años deseando ver esta serie. Cada poco tiempo pensaba en ponerme
con ella, pero otra cosa se interponía. Ahora, acuciado por la
presión de una subsiguiente temporada (2 años ha tardado), decidí
no dilatarlo más.
Lucy
se despierta todas las noches a las 3:33; su hijo Isaac tiene una
amiga quizá no tan invisible como desearía llamada Meredith; un
policía investiga una Nissan Vanette roja; un presidiario parece
saber mucho de todos.
La
serie crea desde el primer instante un universo onírico. Entras en
ella como en un sueño, sin saber distinguir realidad y ficción
dentro de la ficción. Una serie que construye
una
atmósfera de
sueños y pesadillas,
el modo en que vivimos el tiempo cuando recordamos el futuro. Y cómo
eso se parece a ver fantasmas.
Es
hábil para empatizar con pequeños detalles. El inspector Holness,
por ejemplo, bastante secundario, tiene un momento emocionante con su
esposa. No entendemos la atención a ese aspecto de su vida hasta el
“lo haré mañana”.
Tiene
giros. Pero no de los locos. La narrativa cambia de modo orgánico.
Combina muy bien lo fantástico, la investigación y el desarrollo de
personajes. Es elegante en la puesta en escena eludiendo lo macabro
(y mira que era fácil caer en ello). Tiene escenas visualmente
poderosas. El ritmo es impecable.
Y
también
tiene un
niño malrollero de esos. La abuela me encanta.
6
capítulos que te mantienen en un estado de inquietud permanente.
Cuando
se ponen, los británicos hacen las cosas muy bien.
Adictiva.
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