Joanna
Bathory es esgrimista. Tiene una última oportunidad de ganar la
medalla de oro. Decide probar un experimento que le posibilita
entrenar mientras duerme. Pero en los sueños no sólo entrena y cada
vez es más difícil distinguir sueño y realidad.
Muy
decepcionante. Los 145 minutos pesan como losas. Sobra más de una
hora a esta película. Una vez planteado el tema principal no tiene
nada más que aportar. No es frecuente ver una película en la que se
hable tanto y se diga tan poco.
No
funciona como ciencia-ficción porque la cuestión del halo no tiene
más relevancia que la de sumergirnos en las obsesiones de la
deportista. Y tampoco funciona como drama porque es absolutamente
circular, repetitiva.
Las
secuencias de esgrima con fondo negro me parecieron muy sugerentes al
principio. Pero llegan a cansar por lo mismo: hay muchísimas y no
aportan nada nuevo. Repiten y repiten y repiten lo que ya se ha
contado.
Cush
Jumbo
hace lo que puede con el material, pero la dirección es muy fría,
poco emocional, por lo que, pese a los esfuerzos de la actriz, es muy
difícil implicarse en sus traumas.
Finalmente
está el problema definitivo: no saber si estás en la realidad o en
el sueño comienza a ser un tema muy manoseado. Y aquí tampoco saben
aportar algo nuevo.
Decididamente
aburrida, además de pretenciosa.
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