Ricardo
Darín,
Gastón
Pauls
y Leticia
Brédice
rodaron, bajo la dirección de Fabián
Bielinsky,
la seguna mejor película de timos de la historia del cine. Era el
año 2000 y la Argentina del más alto trapicheo desfiló ante
nuestras pantallas. Pero en una tierra de chorizos y mangantes hay
maestros… y hay aprendices.
Durante
los primeros minutos seguíamos a un par de trapaceros, Marcos y
Juan, maestro y aprendiz, que estafaban lo que podían a diestro y
siniestro. De pronto se topaban con la suerte y se les ofrecía la
oportunidad de sus vidas: timar a lo grande con los sellos conocidos
como las Nueve
reinas.
Todo
lo que sucede en esta película es pura magia. Unos personajes con
unas psicologías espeluznantes (ojo a los extremos que llega
Marcos), unas interpretaciones de aúpa para sostener a esos
caracteres retorcidos, un guion de hierro, sin fisuras, lleno de
timos, incluido el fabuloso engaño al espectador, una dirección
realista en ese submundo delictivo, en esa Argentina de corralitos
bancarios…
Recuerdo
muchas escenas pero una la tengo muy grabada. Juan sube al metro y
un chico le deposita sobre la rodilla una estampita de San Jorge.
Inmediatamente ocurre algo muy interesante. Pero yo me dije. ¿Qué
significa
San Jorge en esta historia? ¿Qué pasa aquí? ¿Qué más nos queda
por ver?
Hoy
la reestrena acontra+, remasterizada y A Contracorriente promete que
la reestrenará en cines en 2025 para celebrar los 25 años. Si no
las has visto, debes verla. Una de esas escasas películas que son
realmente necesarias. Es difícil hacerse al acento cerrado, la jerga
dura, pero el esfuerzo merece la pena.
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