-Día
a día, Britt-Marie. Día a día.
Britt-Marie
tiene 63 años y un día descubre que su marido tiene una aventura. Empieza una
nueva vida y busca un trabajo. Lo único que encuentra es ser entrenadora de un
equipo de fútbol infantil. Cosa de la que no tiene ni idea. Ni de fútbol ni de
niños.
Esta
historia la hemos visto mil veces, pero no contada por suecos. La hemos visto
con esa alternancia de comedia y drama, con esquemas muy marcados. Pero no la
habíamos visto desde una óptica tan intimista.
Es
una película bastante triste, fabricada con un montón de sueños de rotos. Los
de Britt-Marie, los de los seres queridos de su pasado, los de su casera… Es el
drama de Britt-Marie, su bofetón con la realidad. El fútbol es una mera excusa
para ahondar en el sentimiento de pérdida.
Hay
algo así como un deseo de esperanza, pero me deja la sensación de enorme
vaguedad. Una esperanza sin fundamento, más bien una fantasía que se romperá.
Es sencilla y busca un tono amable pero también tiene mucho de melancólica. Es
también más superficial de lo que le gustaría.
No
sé si es deliberado pero se ve más alegría en los inmigrantes que en los
autóctonos. Más bromistas, abiertos y expansivos pese a que lleven a las
espaldas sus propios dramas.
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