-Ser
el presidente de una Federación de Fútbol es como ser el presidente de la República.
A veces un poco más.
Puro
cine de mafiosos. Tal cual. Como ver El
Padrino o Los Soprano
o El irlandés. Está claro que
el responsable de esta serie no ama el fútbol, así que por mí bien. Corrupción,
dinero, poder, prostitución y chantajes bajo la cobertura de la inmunidad
diplomática de la CONMEBOL en Luque. El montaje, los diálogos, la ambientación
ofrecen en los primeros 8 minutos toda una declaración de intenciones: retratar
el mundo del fútbol como una mafia de escala gigantesca. Desde la financiación
de los Barras bravas hasta las
cuentas en Suiza pasando por los amaños en los sorteos. Que ni siquiera son
sorteos y están decididos de antemano. Y el lavado de dinero y la evasión de
impuestos que no alegró al FBI.
El
escándalo de la FIFA de 2015. Sergio Jadue, el Presidente de la Federación
chilena. Y Nené, su mujer. Ojo a Nené.
No
dejan títere con cabeza. La serie es un repaso total a un negocio inmoral
revestido de deporte. Si quieren lavar su imagen van a ver al Papa, organizan
un partido por la paz o cualquier otra cosa y se siguen forrando. Mil millones
de memos lo siguen viendo.
Y
miles de obreros (unos 4.000) mueren en la construcción de los estadios de
Qatar. Para la FIFA es una buena inversión.
-Donde
ustedes ven un corrupto, nosotros vemos un emprendedor.
No
es una serie redonda y tiene sus defectos, pero su ritmo casi siempre es bueno.
Deberían verla los futboleros, al menos para que sean conscientes de lo mucho
que los manipulan y de lo absurdo que es el fanatismo por un equipo.
Cuando
juega Brasil contra México en realidad juega Adidas contra Nike.
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