Cayuga.
497 habitantes. Años 50. Fay es una adolescente. Se ocupa de la pequeña
centralita telefónica del pueblo. Everett es un joven que lleva la radio local.
Mientras todo el pueblo ve a los locales de baloncesto, ellos escuchan una
señal extraña, tanto en el teléfono como en la radio.
Bien.
Muy bien. Una película sorprendentemente bien rodada, arriesgada, muy
consciente de lo que quiere y cómo lo quiere. Una ópera prima de gran
precisión. Lo mismo se explaya en larguísimos travelling que se centra en prolongados primeros planos. El
arranque sigue las conversaciones intrascendentes de Fay y Everett. Te ambienta
el pueblo, la época, el ambiente rural, la personalidad de ambos. Luego les
somete a primeros planos. Tiene mucho mérito sostenerlos durante tanto tiempo.
Una
película de ciencia-ficción apoyada sobre todo en diálogos, en una creciente
tensión. Leyendas del pueblo y de los alrededores se concentran en una sola trama
ante la aparición de un hecho extraordinario. Fay y Everett investigan y se introducen
cada vez más en el misterio.
No
hay apenas efectos especiales y nada de espectacularidad, pero el impacto, el
efecto sobrecogedor, la inquietud, el agobio, está plenamente conseguido.
Buen
guión, dirección e interpretaciones (Sierra McCormick y Jake Horowitz
están magníficos). Hay ingenio, es original. Es fresca, amable. Supongo que
escoge los años 50 porque busca una época de más inocencia y sencillez. También
porque es el comienzo de los OVNI’s en Estados Unidos, claro.
Sé
que el final no agradará a muchos. Pero creo que es acorde a todo lo que se nos
ha contado, logra preservar el hálito del misterio y contribuye a la ampliación
de las leyendas del pueblo.
Andrew
Patterson.
Otro director a seguir.
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