No
está a la altura de John Wick pero sigue siendo
bastante buena. Y eso me ha sorprendido. No esperaba un nivel tan
alto.
Empiezo
por lo que menos me gusta: el entrenamiento. Ya lo hemos visto
decenas de veces y no aporta nada. Todos hemos pasado por ahí en la
preparación para ser asesinos y no hay novedades. En mi opinión se
pudieron ahorrar todo ese metraje.
Hay
una diferencia interesante con las escenas de lucha. John Wick
era ante todo pistolas. Eve Macarro es, ante todo, cuerpo a cuerpo.
Por un lado es mujer y le dan unas palizas de campeonato. Por otro
lado aprovecha todos los recursos a su alcance (un poco en la línea
de Jackie Chan pero más bestia). Picos, martillos, platos,
jarras, barras de metal… Cinturones con granadas… Lanzallamas.
Muy ameno de ver. Y muy sangriento. De entre el repertorio destaca,
creo yo, la pistola-cuchillo. Qué maravilla.
El
guion es tan básico como cualquiera de la saga: venganza. Matar
gente que se va interponiendo entre el protagonista y su enemigo. En
mi opinión, el mayor defecto de toda la saga son los malos. No son
perturbadores. Son cobardes que se esconden detrás de otros o les
falta carisma villano o qué se yo. Pero no llegan a dar la talla.
John Wick y Eve Macarro son tan extraordinarios que sabemos que el
malo no tiene nada que hacer a su lado.
Bien
por el pueblo nevado, Ana de Armas funciona como heroína de
acción sin exigencias interpretativas y la presencia de Keanu
Reeves, más extensa de lo que me esperaba.
Muy
entretenida y, sobre todo, imaginativa, que es lo que importa en este tipo de cine. Se puede dejar la historia como está o podemos seguir
viendo cómo algún pardillo intenta cobrar los 5 millones de
recompensa por la cabeza de Eve. Imagino que dependerá, como casi
siempre, de la taquilla.
Mi
plano favorito: Eve toma el coche y se va tranquilamente con él. La
cámara se eleva para que veamos cómo se aleja pero enseguida vuelve
a bajar porque Eve está de regreso de modo inesperado.
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