Como
podrás leer no sentí mucho afecto por la primera ni por la segunda
película de la saga danesa. Ahí lo dejé aunque me parece que hubo
4 películas
más.
Subirme
a la serie no fue fácil. Para empezar me iban a contar una trama que
ya me sabía porque la había visto en la primera película. Y si
bien, ciertamente, las películas eran apresuradas, confusas, supuse
que tal vez 9 capítulos eran demasiados.
Tal
vez lo son. Pero la serie me ha parecido muy buena. No voy a entrar
en la trama porque ya conocía el resultado y ya dije que era lo
mejor. En esta ocasión, sin embargo, me parece que lo mejor son los
personajes. Qué bien escritos. Todos. El protagonista, sus tres
ayudantes, los malvados, sospechosos secundarios… Una de esas
tramas en la que uno se zambulle en la vida de alguien a quien no
conoce y se van abriendo ramificaciones, desplegándose el azaroso
destino de una vida.
Creo
que se pasan un pelín en la caracterización de los dos inspectores
de la generación Z. Un poco exagerados en lo raritos. Pero creo que
buscan un puntín de humor en una serie muy oscura.
La
fotografía de Edimburgo -tan gris, no es buena campaña
publicitaria- tan fría, tan triste acompaña el relato.
Busca
reflejar de modo realista el trabajo policial por eso no acaba de
gustarme que la trama de la mujer desaparecida hace 4 años
desemboque en el último segundo, coincidente con la investigación.
Entiendo que se quiera buscar la tensión, pero personalmente no
necesitaba el artificio. La vida del secuestrado, en estas películas,
casi siempre sobra en gran medida. Aporta poco.
Así
como dejé las pelis, si hay una nueva serie la veré. La batuta del
británico Scott
Frank
(Gambito de dama)
es mejor que la dirección de los daneses originales. O, al menos, se
nota que la serie no se deja contexto en el camino.
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