Qué
bien matan los británicos.
Por lo menos desde Agatha
Christie.
Qué crímenes tan amenos, simpáticos y agradables. No es Ludwig,
ojo. Ludwig
está en una categoría superior. Otro nivel.
Pero
estas series de asesinatos rurales, series pequeñitas, deberían
haberse agotado hace medio siglo y siguen funcionando gracias a la
peculiar relación de sus dos protagonistas. Por lo menos desde
Sherlock
Holmes.
La
pareja está compuesta por Timothy
Spall
interpretando a John Chapel, actor retirado que otrora dio vida a un
detective televisivo, y por Gwyneth
Keyworth
que -aparte de tener demasiadas “w”, “th” e “y” en su
nombre- interpreta a la encantadora detective Janie Mallowan con un
increíble talento para la comedia.
Puedes
pensar que la serie es todo lo ligera que quieras, pero la
interpretación de Spall
es buenísima. Keyworth,
con su carita ingenua y aniñada, funciona extraordinariamente bien
como contrapunto.
Además
le sacan partido a las psicologías de ambos. Janie busca ascender y
se sirve del actor
para lograrlo pero debe tener cuidado de que no la descubran
apoyándose en un civil. Chapel, por su parte, añora los viejos
tiempos a la par que los detesta, teme su soledad pero la ama… En
esas contradicciones tan humanas discurren los capítulos con las
dosis justas de drama y comedia.
Luego
le añades la atmósfera galesa y ya está. De hecho, el capítulo 2
transcurre casi por entero como una excursión por el campo, con la
oportuna parada en un pub para reponer fuerzas. Y el episodio 5 en un
caserón de piedra bajo una lluvia permanente.
Sin
complejidades resulta muy atractiva, no aburre y vuelvo a insistir:
los dos intérpretes lo bordan. Y un final muy bueno para arrancar
con
un conflicto cómico
la segundo temporada. Si la hay. Espero que sí.
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