Haparanda.
Pequeña ciudad sueca fronteriza con Finlandia. Encuentran restos de
un hombre en el estómago de lobos.
Inicialmente
vemos esa frialdad nórdica. Personajes poco expresivos. Como si
tuvieran rigidez facial. Pero poco a poco iremos descubriendo facetas
de su intimidad, sus dramas, sus graves problemas. Vas conectando con
todos ellos aunque no te lo pongan fácil. A la protagonista, la
inspectora, por ejemplo, la descubrimos como adúltera en la primera
escena.
Me
gusta mucho su construcción. Planificación y montaje. Muchos
personajes, muchas situaciones y es increíble el modo en que lo
entrelazan. Supongo que es inevitable que este tipo de historias
recuerde a Fargo.
Un espacio rural, una atmósfera casi surrealista, unos personajes
casi cómicos de puro excéntricos y un incontestable drama donde
pasan cosas muy graves a gente que tal vez no se las merecía. O tal
vez sí. Una mala decisión y un gran castigo.
Sí.
Cómo se conectan las cosas es prueba de que han pensado el guion.
Desde grandes golpes de efecto (la fotografía de la hija en la
pickup
volcada) o comentarios como esa mención de terminar el porche en el
primer capítulo que se repite -dolorosamente- en el cuatro.
Me
fascinó el inicio del episodio 2. Con pocas palabras, explican el
núcleo de la historia con claridad: el tiroteo, el choque de
vehículos, los lobos.
A
Eva
Melander
ya la hemos visto en otras ocasiones y demuestra una vez más que es
muy buena actriz. Eliot
Sumner
(la hija de Sting)
vuelve a hacer otro de esos papeles andróginos tan perturbadores que
le gusta hacer. Tan aterradora como vulnerable.
Lo
veo como una historia sobre el dolor. Un dolor tan grande que no
podemos expresarlo verbalmente. Lo expresamos buscando un amante,
aislándonos, matando, robando, dañando sin razón.
La
bióloga, sin enterarse, casi les hace todo el trabajo a la policía.
Me
ha gustado mucho.
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