-Pocos
entienden que la clausura es libertad.
Se
entiende que cualquier gran actriz quiera adentrarse en la riqueza
psicológica de santa Teresa
de Jesús
y su extraordinaria vida. Por
eso no me extraña que Blanca
Portillo,
en mi opinión la mejor actriz española de la actualidad, interprete
su
Teresa.
Entiendo
que, a priori, pueda parecer interesante la
dialéctica entre el inquisidor y Teresa: permite a la directora
seleccionar lo que quiere destacar. Pero creo que ese concepto
es su fallo: la estructura limita mucho la narrativa. La realidad es
que ese sistema acaba cansando un poco.
Paula
Ortiz
trata de dinamizar el
inevitable diálogo con
flashback
e imágenes simbólicas. Pero es lo que tiene la mística: es
complicadísima de trasladar a imagen. Y aquí se convierte la mayor
parte de las veces en secuencias oníricas, sólo en ocasiones con un
profundo sentido de trascendencia. Por decirlo de otra manera: no es
lo mismo el éxtasis que entrar en trance haciendo yoga.
Blanca
Portillo,
desde luego, está portentosa.
El mayor mérito de la directora ha sido escoger a la actriz para
sostener el relato. Tampoco
es su único acierto. Tiene imágenes poderosas aunque no siempre
encajen bien con lo que se dice y, si a veces se pasa de histriónica,
lo compensa con momentos contemplativos de reposo.
Técnicamente
es una película muy lograda, el guion se hace farragoso. Se habla de
demasiadas cosas, pocas llegan a interesar y rara vez logra
emocionar.
Me
quedo con la interpretación de Blanca
Portillo
y la calidad de la fotografía (trabajadísima).
Lo demás se olvida fácil. En
cualquier caso creo que hay que agradecer a Paula
Ortiz
que se atreva a correr estos riesgos y que sepa hacer un cine
alternativo con tanto trabajo técnico detrás.
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