24/1/24

Fallen Leaves

Kaurismaki
vuelve a rodar la misma película de siempre y eso está muy bien. Yo me encuentro muy a gusto contemplando esas escenas pausadas. Es como ir a un museo para contemplar cuadros que de vez en cuando se mueven un poco y hablan algo menos.
Y, como siempre, sus historias tratan de gente que vive en un estado de perpetua tristeza y los distintos modos de sobrellevarlo. Ansa y Holappa se conocen y se van a conocer un poco mejor aunque la vida pondrá sus tropiezos. Sus tropiezos ridículos, absurdos, clichés, pero es el humor que Kaurismaki maneja: envuelve todo en un profundo laconismo y los personajes pronuncian frases que apenas tienen sentido.
Me encanta esa escena en la que van al cine. Porque, ¿qué peli le molaría a Kaurismaki aparte de las suyas? Pues obviamente las de Jim Jarmusch. Y ahí tenemos a Ansa y Holappa viendo los zombis de Los muertos no mueren. Pero lo mejor viene después: los comentarios que hacen dos cinéfilos a la salida y lo que opina Ansa del film. Todo muy serio y yo muriéndome de risa.
Kaurismaki se ríe de nosotros, de él y se copia a sí mismo. Ese tramo final es el inicio de Un hombre sin pasado. Algo absolutamente forzado, pero le importa un pimiento porque se trata de que en un mundo aplastado por la tristeza haya un rayo de esperanza.
Su fotografía también es la de siempre, con esos colores cálidos y pastel con sombras fuertes. Y la selección musical no está nada mal.
Ah. Y 80 minutos. A ver si los directores se fijan un poco en él, que para contar lo que cuentan la mayoría de ellos…

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